La semana pasada, empezamos a verle las orejas al lobo con el tema del estrés. Hoy voy a enseñarte al lobo entero. Vamos a ver qué pasa con el estrés, como afecta a nuestro cuerpo y especialmente a nuestras hormonas. De hecho puede ser el peor disruptor hormonal. Hoy quiero hablarte de cómo saber decir que no puede ayudarte a mejorar mucho tu vida.
¿Estrés?
Hablamos mucho de este tema, estamos estresadas, pero ¿sabes qué es el estrés? Es una respuesta fisiológica y psicológica ante una situación que percibimos como una amenaza que no estamos seguras de poder resolver. Entonces se activa una respuesta automática que te prepara para pelear o huir. Como ya sabes es una respuesta primitiva de supervivencia y está ahí (en nuestro sistema nervioso) desde que somos seres humanos.
En su origen, los estresores (los motivos que causan estrés) eran puntuales: correr para no ser devorada por un depredador, luchar por conseguir comida, etc. Hoy en día los estresores están por todas partes, son constantes. Y nuestro cuerpo no está diseñado para vivir con estrés permanentemente.
¿Qué pasa en tu cuerpo cuando estás estresada?
- Aumenta la frecuencia cardiaca y del espesor de la sangre, para poder responder a la demanda de sangre de los músculos en caso de tener que salir corriendo y no sangrar demasiado y coagular rápido en caso de pelea.
- Los pulmones se ensanchan y respiras más rápido y con respiraciones más cortas para oxigenarte mejor y estar preparada para la actividad física intensa.
- Segregas adrenalina y cortisol para estar alerta, agudizar tus sentidos y para darle la orden al hígado de liberar reservas de glucosa para responder a la demanda de energía si tienes que salir corriendo o pelear.
- Disminuye o para totalmente tu sistema digestivo, mientras estás luchando por sobrevivir no necesitas hacer la digestión, por eso el estrés produce problemas digestivos.
- Disminuye o para totalmente tu sistema reproductivo, mientas estás en una situación de amenaza y supervivencia tu cuerpo entiende que no es el mejor momento para quedarte embarazada.
- Dismunuye al mínimo el sistema inmunológico, mientras estás en situación de supervivencia no necesitas curar nada, lo importante primero es vivir, todo lo que no sea imprescindible para seguir viva se pone en pausa. Por eso largas temporadas de estrés te debilita.
Todo este proceso se pone en marcha si nuestro cerebro «decide» que la situación a la que nos enfrentamos es una amenaza o es peligrosa. Esta «decisión» se toma en base a la experiencia (¿la última vez que pasé por esta experiencia fue estresante?); en base a lo que percibimos en ese momento; y en base a lo que hemos oído sobre esa situación. La percecpción propia de una situación puede hacer que esta sea estresante o no. Tú no puedes cambiar la situación, pero sí como vas a actuar ante ella.
El estrés y tú (o yo, o ella…)
¿Qúe pasa hoy en día? Que andamos siempre como gallina sin cabeza. Y el problema es que eso se ha normalizado. Es más, aceptamos que estar constantemente estresadas es parte de la vida. Error. Tranquila, no eres tu ni estás sola. Vivimos en una sociedad estresada y estresante. Siempre pendientes de lo siguiente que hay que hacer, sin pararnos a pensar, sin disfrutar del presente. Además tenemos la hiperestimulación de los medios de comunicación y la tecnología y la hiperconexión a las redes sociales, internet, etc. Estamos permanentemente en modo ON. Alerta.
¿Cual es el problema? Que nosotras no salimos huyendo del atasco cuando nos estresamos porque llegamos tarde, ni peleamos con la compañía eléctrica cuando nos llegan facturas abusivas. Nos estresamos pero no hacemos aquello para lo que fue diseñado el estrés: huir o pelear. Por lo tanto no liberamos estrés. Todo para nosotras, todo pa dentro.
Esa respuesta que tu cuerpo genera para ayudarte a sobrevivir, como no le das salida, termina por hacerte daño. Por eso cuando te estresas mucho te sientes ansiosa, porque tu cuerpo no puede hacer lo que necesita: cualquier actividad física que queme todo ese despliegue de medios que tu cerebro ha preparado para que vivas un día más. Por eso sienta tan bien hacer ejercicio cuando estás con mucho estrés.
El robo de las hormonas
Resulta que algunas de nuestras hormonas provienen de la misma madre: la pregnenolona. El cortisol y la mayor parte de nuestra progesterona provienen de ella. El problema está en que cuando nuestro cuerpo tiene mucho estrés durante mucho tiempo (nuestro día a día), da preferencia a producir cortisol. Se llama robo de pregnenolona porque el cortisol la absorve casi toda y deja muy poca para generar progesterona y otras hormonas.
¿Por qué permite esto nuestro cuerpo? El cortisol tiene preferencia porque está directamente relacionado con nuestra supervivencia en situaciones límite. Sobrevivir primero, luego todo lo demás. Entre «todo lo demás» está también tu fertilidad. La progesterona es la hormona que cuida de tu embrión y hace que el embarazo sea viable. Si no hay suficiente progesterona no hay embarazo.
Desde el punto de vista nutricional, es importante que sepas que tanto la pregnenolona como el cortisol, la progesterona, los estrógenos y los andrógenos (hormonas típicamente masculinas, pero que también tenemos las mujeres en menor cantidad) provienen del colesterol. ¿Qué significa esto? Que sin suficiente colesterol no hay suficientes hormonas. ¿Cómo te quedas? Toda la vida intentando no comer grasa y resulta que es fundamental para el funcionamiento del cuerpo. De esto ya hablaremos más adelante porque hay mucha telita que cortar.
¿Y qué quieres que haga?
Que no te estreses. Nooo, ya sé que es fácil de decir y difícil de hacer. Sobretodo porque, desgraciadamente, los estresores son tantos y tan pocos dependen de nosotras, que parece imposible no sucumbir al estrés. Aún así, siempre hay opciones y una de ellas es saber decir que no. Poner límites, tus límites. Para que te protejan a ti y tu espacio, tu tiempo y tus necesidades.
Las mujeres tenemos siempre mil cosas que hacer. Por supuesto está el problema de la falta de conciliación, pero también nos pasa por no saber gestonar nuestros límites. Tenemos tan claro que ayudar a otras personas es importante que no somos capaces de negarnos. Al mismo tiempo tenemos un nivel de exigencia propio y externo (social y cultural) tan alto, que nos lleva a querer poder con todo y con más. Y sin pedir ayuda. Superwoman puede con todo.
Déjame decirte bonita mía, que no se puede. Y que no es bueno. Muchas veces es la presión de los compromisos sociales lo que nos fuerza a hacer cosas que no queremos. Otras veces es nuestra falta de confianza en los demás, no saber delegar, «si quiero que salga bien lo tengo que hacer yo». Te suena ¿verdad? Pero la razón más poderosa es no querer decepcionar, estar a la altura. Nos horroriza decepcionar o fallar a alguien, entonces optamos por fallarnos a nosotras.
No
Es la palabra mágica. Cada vez que la usas para proteger tu espacio y tu tiempo se hace más poderosa y te hace más poderosa. Sin embargo, cada vez que dices que si a algo, porque te sientes obligada, te estás diciendo que no a ti misma. Eso te debilita y te hace mucho daño. Suma estrés a tu vida. Estrés emocional porque te crea un conflicto contigo misma y estrés físico porque asumes más cosas de las que puedes hacer y tienes que hacer malabares para llegar a todo.
Volvemos a la metáfora de la mascarilla de oxígeno. En caso de despresurización de la cabina ponte la mascarilla a ti primero antes de ayudar a otras personas. Lo que traducido a tu vida diaria significa: cuídate primero a ti misma. Y esto pasa, si o si, porque aprendas a poner límites. Empezando por las personas que tienes más cerca.
Nuestras parejas, hijas e hijos, familia y amistades son, muchas veces, las principales fuentes de estrés. Acostubradas a obtener un si a cualquier petición de ayuda, no son conscientes de que nos sobrecargan. Cosas que se suman a nuestras otras cosas. Y te sientes sobrepasada por todo, cansada y hasta el moño.
Ese es el momento de decir NO. «Mami ¿me planchas la camisa?», repite conmigo: No. «Mi amor, ¿te quedas tu con los niños que quiero ir a ver el fútbol?», repite conmigo: No. «Ya que vas a salir, ¿te importa pasar a recoger una cosa por casa de mi madre?» No, no y no.
Pon límites
Es necesario que establezcas tus límites y los defiendas. Es lo que va a ayudarte a tener tiempo y espacio para ti. Dos cosas fundamentales para tu salud física y emocional. Sin tiempo para ti no puedes desconectar del día a día, no puedes relajarte y hacer lo que te divierte o te apasiona. No puedes simplemente no hacer nada, no puedes desestresarte.
¿Cómo hacerlo? Mi recomendación es que te sientes y hagas una lista de las cosas que no es imprescindible que hagas tu. Por ejemplo: la compra, preparar comidas y cenas, ayudar con la tarea, la limpieza y orden de la casa, lavar, planchar y recoger la ropa, etc. (estas son solo las más evidentes). Después negocia con tu pareja o con tu familia de cuáles no te vas a encargar tu. Confía en el personal que ya verás que las cosas se terminan haciendo aunque no las hagas tu. Crea en tu entorno una red de apoyo y confianza y verás que todo funciona mejor.
También puedes coger la agenda y reservarte una hora aquí y allá durante la semana para hacer lo que te plazca. Como si es para estar tirada en la cama mirando al techo. Reclamar tu tiempo y defenderlo no sólo te va a dar autonomía, también más confianza en tí misma y más poder sobre tu vida.
#HuelgaFeminista
Aprovecho para decirte que un momento perfecto para empezar a practicar esto de los límites, de decir que no y de reclamar tu espacio y tu tiempo es la huelga feminista del próximo jueves 8 de marzo. Puedes tomártelo como un día de prueba. Habla con tu pareja y tu familia y que se apañen ese día sin ti. Seguro que saben hacerlo. Y si no, siempre es un buen momento para aprender.
Ya es hora de que nuestro tiempo y nuestras necesidades sean también prioridades. Las mujeres llevamos demasiado tiempo siendo comprensivas y complacientes. Ha llegado el momento de que la comprensión sea para nosotras.
Gran parte del estrés crónico que sufrimos las mujeres viene de eso, de ser mujeres. De las discriminaciones constantes, de los micromachismos que aguantamos a diario, de los macromachismos que aguantamos a diario. De cobrar menos por el mismo trabajo, de tener trabajos peores y peor acceso al trabajo. De tener que elegir entre maternidad o vida laboral. Es una lista demasiado larga y tú ya la conoces.
Así que espero haberte sido de ayuda, haberte hecho reflexionar y plantearte muchas cosas. Y espero verte en las calles este próximo 8 de marzo, que promete ser una jornada histórica en la que nos jugamos mucho.
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6 marzo, 2018
Estupenda entrada, Ali. Animo a todas a decir NO y a anotar en sus agendas ese espacio imprescindible para nosotras, dos magníficos consejos. Nos vemos en las calles el día 8.
6 marzo, 2018
Gracias Viví! Un besazo.