No te preguntes qué pueden hacer tus hormonas por ti, pregúntate qué puedes hacer tú por tus hormonas. Ellas están trabajando constantemente para ti, día y noche, sin tu supervisión y sin ningún esfuerzo por tu parte. ¿Que qué hacen? De todo. Son las mensajeras entre tu cerebro y el resto de tu cuerpo. Reciben órdenes del cerebro y las transmiten a los órganos, vísceras, tejidos, etc., para que hagan lo que tienen que hacer, cuando tienen que hacerlo y como tienen que hacerlo. Sin hormonas nuestro cuerpo no podría funcionar. Así de importantes son.
Funcionales
Son tan inteligentes que están especializadas por funciones corporales o incluso por órganos. Las hay para regular el sueño, el hambre, el metabolismo, el crecimiento, la fertilidad, etc. Trabajan juntas en base a un sistema que se autorregula y todas están conectadas entre sí. Por eso cuando hay un desequilibrio hormonal el sistema al completo se resiente y surgen problemas por todas partes. Es como un castillo de cartas, si quitas una todas se verán afectadas.
Hay hormonas que se encargan de regular todo el sistema, como las tiroideas, que regulan el metabolismo, el calor corporal y están encargadas de decirles a otras glándulas qué hormonas y en qué cantidades tienen que segregar. Otra, como la prolactina, se encarga de la función de la lactancia, y mientras reciba estímulo, seguirá funcionando. La insulina, por ejemplo, trabaja con el hígado y el páncreas para metabolizar, entre otras cosas, el azúcar.
De las que más hablaremos aquí son de las encargadas de regular nuestro ciclo menstrual y nuestra fertilidad. Que si la progesterona, que si el estrógeno, que si la testosterona (si, las mujeres también tenemos) que si la insulina, que si el cortisol, que si la tiroides… Son un grupo encantador que no siempre consigue trabajar en equilibrio. Y casi siempre porque nosotras no se lo ponemos nada fácil.
Trabajadoras y delicadas
Aunque son unas trabajadoras incansables y han nacido para eso, son extremadamente sensibles y delicadas. Hay muchos factores que les afectan y casi todos, por no decir todos, los podemos controlar y mejorar. Qué influye en nuestras hormonas:
- La nutrición.
- El estrés (este es el problema omnipresente en casi todas, lo sé).
- Los disruptores endocrinos (principalmente el plástico en el que se envasa todo lo que bebes o comes).
- La alteración del sueño (ciclo circadiano).
- El alcohol y el tabaco.
No es difícil llegar a la conclusión de que nuestra forma de vida, siempre con prisas, comiendo cualquier cosa durante el día, pegándote atracones por la noche o cuando tienes un momento, tomando café como si no hubiera un mañana para aguantar el ritmo, bebiéndote unos vinos o cervezas por la tarde noche para relajarte, acostándote muy tarde y levantándote muy temprano, no es compatibles con tener una salud hormonal aceptable.
¿Que quieren tus hormonas de ti?
Estabilidad, tranquilidad, buenos nutrientes, pocas toxinas, sueño reparador. Quieren que las escuches, que las mimes, que te des un respiro y así se lo das también a ellas. La parte buena de todo este asunto es que para cuidar de tus hormonas y mimarlas, lo que tienes que hacer es cuidarte y mimarte a ti misma ¡Un chollo! Aunque he dicho que son delicadas y sensibles, también son muy agradecidas. En cuanto les prestas un poco de atención y haces algunos cambios en tus hábitos nutricionales y de vida ellas te responden en seguida.
Damos por sentado que nuestro cuerpo aguantará cualquier cosa y, si no, habrá alguna pastilla que te cure. Desgraciadamente no funciona así. Nuestro cuerpo es tan maravilloso y está tan bien diseñado que buscará la manera de adaptarse a cualquier situación para funcionar de la mejor manera posible. El problema es que esto hace que te confíes y sigas tensando la cuerda. Y cuando fuerzas al cuerpo durante mucho tiempo sin darle ningún respiro, llegará un momento, antes o después, en el que dejará de responder bien y empezarán los problemas.
¿Qué puedes hacer tú por tus hormonas?
Como soy un poco pesada voy a volver a decirlo, lo principal es que te cuides y te mimes. Cuando digo que te cuides me refiero a cuidarte de verdad. Comerte una tarrina de helado porque te ha venido la regla y te sientes así como yo que sé y te quieres dar un gusto no es cuidarte. De hecho es lo contrario. Cuidarte es no añadir más leña al fuego, es no comer cosas que sabes que te sientan mal (porque lo sabes) y no hacer las cosas que sabes que te sientan mal, por mucho que te guste hacerlas.
La mayor parte de las veces el compromiso con tu salud y con tu cuerpo viene de haberlo pasado muy mal previamente. Es una pena, pero suele ser así. Y hasta que no te comprometes con tu salud y con tu cuerpo no estás dispuesta a hacer según qué cambios en tus hábitos nutriconales y de vida. Así que ese es un buen punto de partida, piensa en cómo te quieres sentir dentro de 5 o 10 años y en cómo te sentirás o estarás si no haces ningún cambio. ¿Te comprometes?
5 cosas que cambiar para empezar
Vamos a ver qué pequeños cambios pueden significar grandes mejoras en casi todas las mujeres. Te voy a sugerir 5 cambios que son sencillos, que no fáciles, y que te pueden ayudar mucho a encontrarte mejor:
- Deja de comer azúcar y empieza a comer más verde. Y cuando digo azúcar me refiero a todo el azúcar, el que añades tu misma y el que viene añadido por defecto en refrescos, zumos, postres, helados, etc. Sé que no es fácil, sé que puede ser duro, pero también sé que la recompensa merece mucho la pena. El azúcar está relacionada con todos los problemas hormonales, es muy inflamatoria y empeora mucho tu estado si tienes síndrome de ovarios poliquísticos (SOP) o si tienes endometriosis. Por otra parte los vegetales de hoja verde tienen una densidad de nutrientes altísima: vitaminas del grup B, vitamina C, A, K, minerales como hierro, magnesio, potasio, calcio. Justo lo que necesitan tus hormonas. Empieza por comerlas una vez al día y ya verás los resultados. Yo ya las como hasta en el desayuno (lo sé, la foto no es muy buena).
- Mejora tu rutina del sueño. Cosas importantes respecto al sueño: es tan importante la cantidad como la calidad, para tu cuerpo es fundamental dormir bien al menos 7 horas por noche, si son 8 mucho mejor. También es muy importante que mantengas cierta rutina y un horario similar de irte a dormir. Un buen comienzo sería acostarte antes de las 23.00 horas. Las mejores horas de reparación para tu sistema adrenal son entre las 22.00 y las 02.00 horas. De esta forma acostumbras a tu cuerpo a conciliar el sueño a determinada hora y te costará menos dormirte. Además regularás tu ciclo circadiano (sueño-vigilia) que tiene mucho que ver con la regeneración celular y con el correcto funcionamiento hormonal. Y por si fuera poco te ayuda a perder peso.
- Aprende a reducir el estrés. Sé que puede sonar a obviedad y que puedes pensar “ya me gustaría a mí”, pero es necesario que bajes el nivel para que tu cuerpo pueda funcionar bien. Nuestro sistema de respuesta al estrés es muy primitivo, de cuando teníamos que huir de peligros como predadores o sobrevivir a situaciones límite. No está pensado para que estemos en situación de estrés permanentemente, que es más o menos lo que vivimos hoy. El estrés crónico causa muchos problemas, entre ellos los desequilibrios hormonales. Así que no busques excusas, aprende a relajarte (meditación, yoga, pasear, oir música, etc.), no intentes hacer más de lo que puedes, aprende a delegar y a pedir ayuda (te sorprenderás de los resultados) y ponte un límite diario para desconectar. Por supuesto, nada de usar el móvil o la tablet en la cama. ¡Desconecta!
- Ojo con los disruptores endocrinos. Tendré que dedicarle un post o varios a este tema porque es muy importante y están, literalmente, en todas partes. El Bisphenol A o BPA y los Ftalatos son aditivos que se le añaden a los plásticos y a los envases de alimentos y bebidas (conservas, refrescos, agua embotellada, etc.) y que mimetizan la estructura del estrógeno, o sea que en el cuerpo se comportan como tu estrógeno propio, lo que produce problemas que van desde síndrome premenstrual y aumento del sangrado a diabetes y obesidad o cáncer. Mi consejo: evita el plástico, usa y reutiliza los tarros de cristal y elimina todos los envases de plástico y latas que te sea posible. Un disruptor endocrino natural a evitar es la soja. Contiene fitoestrógenos que provocan un desequilibrio hormonal al comportarse igual que nuestro estrógeno (dominancia estrogénica o estrógeno dominante).
- El alcohol… ¡ay las cervecitas! ¡Y el vino! Este tema es complicado porque en nuestra sociedad está taaaan integrado en nuestras vidas que nos parece que es algo hasta sano. Pues no querida, no lo es. Especialmente si tu desequilibrio hormonal es el estrógeno dominante (el más común). El alcohol estresa al hígado y le impide hacer la eliminación de exceso de hormonas correctamente. Además, el alcohol se metaboliza como azúcar, lo cual te hará aumentar tu nivel de insulina en sangre, lo cual te hará aumentar tus niveles de estrógeno, cosa que no quieres. Puedes ir probando y establecer cual es la cantidad que tu cuerpo tolera bien. En mi caso, en cuanto tomo más de una o dos cervezas a la semana ya empiezo a notar los síntomas del estrógeno dominante. Esto, como tantas otras cosas, depende de la bio-individualidad de cada una. Una regla que suele funcionar es cuanto menos mejor.
Ellas se lo merecen
Se merecen que hagas un pequeño esfuerzo, que las escuches y que las cuides. Ellas están siempre ahí, trabajando para ti, hacen tanto por ti y piden tan poco. Sé generosa con ellas y contigo. Si tienes hormonas felices tu serás más feliz.
Tú te lo mereces, te mereces sentirte bien, a gusto con tu cuerpo, con energía y descansada. Te mereces no tener dolor. Todo esto y más te lo pueden dar los cambios nutricionales y de hábitos de vida. Todo eso te lo dará un sistema hormonal equilibrado y feliz. Adiós a los cólicos, adiós al síndrome premenstrual y a las montañas rusas emocionales, a los enfados espontáneos, a llorar con los anuncios de papel higiénico. Una vez que empieces a hacer cambios y a notar mejoría ya será todo mucho más fácil. Habrá merecido la pena el esfuerzo y te sentirás más animada y capaz de hacer nuevos cambios.
¿Estás dispuesta a intentarlo? ¿Qué cambios te atreves a hacer? ¿Cúales crees que te costarán más y cuáles menos? Si te apetece comparte conmigo y con todas lo que quieras en los comentarios. Y recuerda, tienes la posibilidad de reservar una sesión gratis de 20 minutos conmigo para saber más sobre el coaching nutricional y descubrir si puedo ayudarte.
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